¿Por qué sufrimos?

Convivimos con el dolor diariamente. Sea físico o emocional, capear con sus sentimientos desagradables precisa acallar la irracionalidad de sus miedos para atender a esa vulnerabilidad de la que estamos constituidos, una fragilidad intrínseca a nuestro ser que reclama un solo hecho: preocuparnos de nosotros mismos y del otro; es decir, cuidarnos mutuamente.

 

Ahora bien, para atender a esta máxima y poder responder, desde una perspectiva filosófica, a la pregunta del enunciado, debemos adentrarnos en la diferencia que existe entre los términos de “dolor” y “sufrimiento”.

El dolor, como parte intransferible de nuestra vida, desvela trágicamente la desnudez del ser humano. Su aparición en el sujeto sufriente interroga nuestra propia identidad y la de un imaginario personal que se ve resentido. Atentos a la fragilidad que sostiene, el dolor permite mostrar la dimensión más profunda y esencial del ser humano, abriendo nuevas vías experienciales a una existencia que precisa de la reflexividad, la relación con uno mismo y con el otro para desarrollar su más íntimo sentido vital. Comprender esta hondura del dolor conlleva una atención y un cuidado minucioso de ese ser que somos, pues: la experiencia de la felicidad coincide con la de la orientación, la cual, sin duda, tiene que ver con la satisfacción y el placer, pero en absoluto está reñida con la dificultad y el dolor. Esquirol.

Indicativo de nuestro presente, el sufrimiento refiere a la gestión negativa del dolor inevitable (muerte, enfermedad, fracaso…) y a un malestar que puede no ser coyuntural ya que, asociado a sentimientos de inutilidad y desestima, desamparo y abandono de sí, puede favorecer la pasividad absoluta ante la desgracia vivida. Su dimensión experiencial provoca un desgaste físico y emocional que, unido a una irritabilidad creciente, multiplica el duelo y la sensación de inutilidad. Desde esta perspectiva, el sufrimiento vuelve inhóspita la capacidad de trascender una situación que va más allá del propio dolor, pues, conseguir no sufrir inútilmente es uno de los aprendizajes más importantes en la vida de cualquier ser humano. No son los hechos, sino las opiniones que tenemos sobre los hechos, las que nos atormentan. Epicteto.

 

A esta tarea de aprendizaje y autoconocimiento se dirigen las consultas de acompañamiento filosófico, un asesoramiento que se basa en la reflexión personal y el diálogo comprometido. ¿Te atreves a dar ese giro transformador a tu sufrimiento?

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